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28 de noviembre de 2012

Algo en que creer (II)

Entremos de lleno en las creencias sobre la existencia de Dios.

Mi primeros argumentos personales en contra de la existencia de Dios se podían resumir en el siguiente juicio: "No necesito que exista Dios". No me preocupaba si existía Dios, pero poco a poco me he ido formulando preguntas sobre su existencia de dos formas: racional y empírica. En la forma racional subyacía la pregunta: "¿Qué o quién hizo todo esto?", y en la forma empírica, esta otra: "¿Tiene algo que ver lo que hay con lo que o con quien hiciera todo esto hace miles de millones de años?".

Para la forma racional no encuentro respuesta si entro en el bucle de "¿qué o quién hizo a lo que o a quien hizo todo esto?". Si no encuentro respuesta, puedo pensar que no la hay o puedo pensar que no soy capaz de encontrarla. Pero, en todo caso, no es una pregunta que me quite el sueño y puedo vivir sin respondérmela, como puedo vivir sin ser un artista renombrado como Van Gogh. ¿Quién sabe si tras mi muerte alguien responde a esa pregunta o mi obra acaba siendo universal?

Para la forma empírica, puesto que no puedo responderme a la parte racional, debo hacer
una traslación: "Supongo que algo o alguien hizo el Universo, ¿ese algo o ese alguien determina a cada instante todo lo que sucede?" Si fuera científico podría creer (o sospechar) que todo está para ser descubierto y así, para poder ser explicado. En cierta forma sería como asumir que mi vida está escrita y que, lo que creo que son elecciones voluntarias, no son más que designios. Pero, en ese caso, en algún momento quizá alguien o algo conozca qué ley gobierna (o gobernó) mi existencia (y la de cualquiera), a cada paso, como ahora sabemos qué ley gobierna el movimiento de los astros o el de los electrones. Pero no sólo eso, sino incluso como si conociéramos todas las perturbaciones (por llamarlo de alguna forma) que afectan a cada uno de los electrones o de los astros del Universo siempre. ¿Será esto posible? Y aunque fuera posible, ¿por qué llamarle Dios al hacedor de esto?

Vale, llamémoslo Dios. En ese caso, en ese desconocido juego, al que juega él (o ella o ello) solo, ¿podemos invocarlo para que mejore nuestra vida? ¿Para qué, si está todo programado mediante leyes que sólo Dios conoce? Quizá entre esas complejas leyes haya algunas que sean de tipo condicional, como: "Si un humano me invoca de forma adecuada, puedo cambiar las leyes a su favor", o "todas las leyes se condicionan a las modificaciones que se realicen a cada momento". Pero, entonces, ¿de quién es la voluntad? Porque, si nuestra voluntad o nuestras decisiones están programadas o conocidas de antemano por Dios, ya está todo hecho y nuestra vida no tiene ningún sentido salvo para él, ella o ello. Y, si no tiene ningún sentido, ¿qué más da creer o no creer en su existencia? Supongo que lo comprenderá y dará lo mismo que yo piense en una u otra dirección. O, al menos, esa es mi experiencia.

Por otro lado, si no es así, sino que Dios dejó las leyes "humanas" y nuestra voluntad al margen de las leyes que gobiernan el Universo, la realidad física, ¿qué más da que exista Dios? A no ser que Dios intervenga de vez en cuando. Pero, ¿cuándo? ¿En qué sentido, para qué y por qué? ¿Para nosotros, para todos, para algunos, para usted, para su cuñada, para una bacteria? ¿Cuáles son esas salvedades en las que Dios interfiere en nuestra voluntad? Si interfiere en nuestra voluntad, ¿para qué invocarlo, si al final decide él? O, peor aún, ¿para qué actuar, si no sabemos si finalmente decidirá él? A no ser que sepamos cómo actuar sin que él modifique las consecuencias de nuestras intenciones. Pero, ¿alguien sabe cómo actuar para lograr cualquier cosa que se proponga? Si esa persona sabe actuar así, es muy probable que haya descubierto la naturaleza de Dios porque sabe cómo hacer para que no se entrometa, o bien, está aliado con Dios o, más bien, sometido a la voluntad de éste. Pero mi experiencia me dice que eso que llaman Dios debe de ser un Dios personal para algunas personas y sólo para algunas. Y en ese caso, puesto que es personal, no entra dentro de lo objetivo y, por lo que a mí respecta, no existe Dios.

Ahora bien, si en el "sueño" de millones de personas está Dios, ¿puedo negar ese sueño? No, pero sí puedo negar que exista el contenido de ese sueño, lo que no implica que pueda negar su interpretación. Pero eso no supone "respetar" la existencia de Dios, sino respetar la creencia de la existencia de Dios, como se puede respetar la creencia de la existencia de un meteorito que inminentemente acabara con la Humanidad. Pero el respeto a una creencia no me obliga a actuar en dirección alguna mientras no sea una creencia mía. ¿Por qué habría de comportarme como si se fuera a acabar el Mundo si no creo en la existencia del fatal meteorito?

No encuentro gran diferencia entre la creencia religiosa y cualquier otro tipo de creencia. Sólo encuentro una diferencia: En la creencia religiosa debo mantener mis actos respetuosos, en otras creencia, no, y la razón siempre es porque sí. Es decir, la creencia religiosa se impone, pero no por Dios, sino por las personas. A no ser que sea una ley de Dios que establezca que haya de ser así, y, en ese caso, es una ley divina que establece que las personas que actúen en sentido contrario de la creencia de la existencia de Dios, serán sancionadas por las personas creyentes. Y, en ese caso, uno no sabe cómo actuar, porque en unas sociedades (y a lo largo de la Historia) unas personas han actuado en un sentido y en otro, y los creyentes les han sancionado o no, quizá porque Dios, en el fondo, ha perdonado a unos y a otros no. ¿Quién sabe?
¿Se puede aspirar a la bondad sin religión? 


1 comentario:

  1. COMO DESARROLLAR INTELIGENCIA ESPIRITUAL
    EN LA CONDUCCION DIARIA

    Cada señalización luminosa es un acto de conciencia

    Ejemplo:

    Ceder el paso a un peatón.

    Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.

    Poner un intermitente

    Cada vez que cedes el paso a un peatón

    o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.


    Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.


    Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.


    Atentamente:
    Joaquin Gorreta 55 años

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