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26 de diciembre de 2012

¿Excelencia educativa?

¿Por qué un producto que se vende mucho suele tener más espacio en el lineal de la tienda que otros que se venden menos? Porque el responsable de la tienda no piensa en ser solidario con los productos que no se venden, a no ser que con ellos obtenga un margen mayor o bien mejore la imagen de su negocio. A grandes rasgos.
 


 Si por cada jamón de la casa Bellotero gana 1 € y vende 20 al día, gana 20 €. Si por cada jamón de la casa Delicias gana 5 € y vende 2 al día, gana 10 €. También tiene jamón de la casa Exquisitalia, del que gana 30 € por pieza, pero sólo vende uno al mes (1 € al día), pero es un jamón de prestigio. Así, sin entrar en más consideraciones, cualquiera se puede imaginar que Bellotero es el primer jamón que se encuentra al entrar a la tienda. El vendedor de Delicias insiste sin embargo en el mayor margen de su jamón, pero el responsable de la tienda aduce que apenas se vende y le muestra los números.
 

Aunque esto se puede complicar más en otros productos y servicios, el merchandising y la disciplina de la que es discípulo, el marketing (y éste a su vez de la economía de mercado que nos gobierna), se basan en ese simple principio: hay que apoyar al que más beneficio puede aportar.
 

Beneficio económico, cuantificable. No se trata de apoyar sin garantías de éxito. Pero, desafortunadamente, lo único que rige es la experiencia, que a veces es tan desconcertante como la esperanza. De hecho, la esperanza matemática juega a partir de los datos de la experiencia.
 

En este punto cabe la siguiente apreciación: las diferencias muestrales, o, por ser más moderno, las diferencias entre lo general y lo particular. En la tienda del ejemplo parece que la tendencia de ventas es la descrita, pero en la región donde se ubica esa tienda, hay otro jamón más vendido que Bellotero. Sin embargo, el responsable de la tienda probó con esa marca y ganó menos. Los estudios de mercado en la región son insistentes, pero como la demanda en la tienda no manifiesta deseos por otra marca, el responsable sigue confiando en Bellotero. ¿Un reducto del jamón Bellotero quizás?
 

Bien, sigamos con cuestiones más amplias.
 

Muchas personas que hayan tenido un negocio pueden coincidir en que lo que he venido explicando hasta ahora es demasiado simple. Estoy de acuerdo; sólo trato de ejemplificar cuán complejo puede resultar un análisis de ventas con un solo producto, material. Porque, imaginaos lo extremadamente arduo que supone relacionar la educación de una sociedad con sus beneficios. Hay estudios que se atreven a cuantificarlo, pero, sinceramente, son aproximaciones; cualquier intento por santificarlos resultaría vacuo.
 

Pensad que contamos con alumnos que abandonan el sistema educativo, que contamos con alumnos que reingresan en el sistema educativo siendo adultos. Que antiguos alumnos, menos capaces para el estudio, alcanzan cierto grado de plenitud en sus vidas y para las de los que les rodean. Y que antiguos alumnos brillantes se dan de bruces con una realidad que no es la que intuyeron cuando estudiaban.
 

Discernir entre los mejores cualificados y los menos cualificados es fácil, pero el problema es que, con unos parámetros inmovilistas, no es posible producir progreso. Es decir, siguiendo la analogía económica, los beneficios son analizados por variables insuficientes. Si consideramos a las personas más capaces a las que mejor superan las asignaturas, o las competentes como aquellas que superan las competencias básicas, estamos dejando fuera a una ingente cantidad de personas que pueden ser útiles para la sociedad de la manera que sea. Si sólo la educación formal es garantía de éxito en nuestra sociedad, estamos fijando unas expectativas muy lejanas para demasiadas personas. Y máxime cuando se trata de romper el alto nivel de equidad con que hasta ahora contaba nuestro sistema educativo.
 

Rota esta lanza por quienes no alcanzan los niveles de nuestra falsa meritocracia, pasaré a cuestionar esta falacia.
 

En términos generales es innegable lo que anuncian las estadísticas: a mayor nivel de formación, mayor probabilidad de encontrar trabajo y de mejor calidad. Sin embargo, y como la mayoría intuimos, existe un componente difícil de mensurar que es el liderazgo y que añade un plus a quienes detentan los trabajos (o, más bien, cargos o puestos) con salarios (o ingresos) más altos. Y, desde luego, no nos podemos olvidar de la capacidad de comunicación, que prefiero separarlo por ahora del liderazgo.
 

La comunicación es fundamental para nuestra relación, pero hoy en día (quizá más que nunca) cuenta especialmente la relevancia. En una comunicación científica cuentan los índices de impacto, también cuenta si sales por la tele haciendo el tonto, y cuenta también si en el bar de la esquina eres el que más grita y el que más enfatiza... Y los argumentos, si no son sencillos, no cuentan tanto.
 

El líder ha de contar con ese potencial comunicativo, de relevancia. Ha de parecer que tiene empatía, y ha de parecer que domina el campo en el que se mueve. Sin embargo, no tiene por qué ser el que mejores notas sacaba en Lengua, Latín o Literatura, pudo ser el que no paraba de hablar en clase, y pudo ser el que siempre estudiaban un día antes, el que más chuletas se hacía, y de los que menos libros leyó. Puede ser aquella persona que fue superando cursos con un nivel suficiente (incluso con calificaciones de notable), que teniendo un gran don de gentes, sin embargo no tiene una excelsa cultura general, ni gran interés por ella. Y puede que tampoco demasiado amor por las personas.

Luego, ¿a qué se refieren con la excelencia en educación? La investigación de la cultura organizativa (en la organización escolar esto se tiene en cuenta, así como en la organización de organizaciones escolares, en forma de sistema educativo) propuesta por Peters y Waterman permitía extraer la excelencia. En su sentido clásico se ha equiparado calidad con excelencia. Pero en el sentido social y crítico (porque estamos en un cambio de paradigma) la calidad no tiene sentido si no se incluye equidad, justicia y una imprescindible consideración del contexto.

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