Prefiero
pensar que somos átomos. Indivisibles, pero cohesionados.
Es
una forma de pensar en la inmortalidad, en nuestra perpetuación...
mientras dure el Universo, claro está. Porque, no sé si saben que
nuestros átomos vienen estando de acá para allá desde la noche de
los tiempos. En que el reloj estaba a cero, porque quizá ni tan
siquiera existiera reloj ni cosa alguna.
Para
no meterme en un jardín cosmológico, prefiero seguir con el relato
que venía a contarles. Dice así:
Hace
tanto tiempo que nadie lo recuerda, alguien empezó a imaginar que
una cosita llamada átomo empezó a divagar por un espacio tan grande
que los hombres acabaron denominando Espacio. La historia de nuestro
amigo átomo fue pareja al mismo tiempo, que, quizá por
compañía, decidió viajar con el espacio.
Así,
el átomo recorrió cantidades enormes de tiempo y espacio hasta
llegar a mí. Donde se encontró en compañía de otros millones de
átomos. Ahora lo tengo en el cabello cinco mil quinientos treinta y
dos. Al parecer, se trata de un antiguo átomo de hidrógeno, de la
noble casa de los hidrógenos ni más más ni más menos.
Se
trata de un átomo jovial y pizpireta, al que le encanta gastar
bromas. La última, hace dos nanosegundos, se la gastó a un bonachón
átomo de carbono, el cual, el muy bobo, creyó que podría
desenlazarse de otro altivo átomo de nitrógeno para irse de farra
con el de hidrógeno. El desenlace fue fatal, pues otro pelo acabo de
perder. Porque, bromas aparte, nuestro átomo protagonista, no es
amigo de hacer isótopos, pero ojito con él: es un bala de mucho
cuidado.
Acostumbra
a contar que fue uno de los primeros átomos en la bomba H, y que se
salvó de una fusión segura por los pelos. Quizá por eso haya
decidido instalarse hace unos microsegundos en semejante capilar.
A
este átomo se le ha visto saltando de haluro en haluro, de cloruro
en cloruro, demostrando un humor ciertamente ácido. En cierta
ocasión, por su cumpleaños, cogió tal cogorza, que se le vio
pegando tumbos entre dos abigarrados átomos de uranio, los que,
finalmente, decidieron dejarle caer al suelo, causando un estruendoso
ruido: ¡Planck! Del suelo surgieron toda clase de átomos, que,
sacudidos por la vibración, no sabían a qué atenerse. Hasta que
uno de ellos, un átomo de hidrógeno también, se enlazó con él en
una feliz molécula que enseguida empezó a flotar en nuestra
atmósfera. Para que luego digan que la vida atómica es anodina;
también puede ser catodina.
No
sé si sabrán –y si no, se lo cuento- que los átomos están
constituidos en república, la república atómica, pero de la cual
se produjo una escisión hace unos cinco mil millones de años. No sé
si han oído hablar del Astro Rey –no, no O Rey Pelé-. Dicen que
en el Sol se está preparando una buena desde entonces. Se trata de
un objeto en que los átomos funcionan bajo una monarquía, cuyo
trono supremo ostenta un inflexible átomo de helio. En torno a él,
existe una camarilla de átomos de helio a los que el rey concedió
el título de nobles.
Pues
bien, dicen que acá, en nuestro planeta, las garras de los helios se
han extendido y, no sólo eso, incluso han llegado a formar
escuadrones con otros átomos a los que también el rey ha concedido
títulos nobiliarios. Tal es así, que elementos como el argón, el
xenón o el radón no admiten enlaces de ningún tipo, algo que ya se
sabía de los helios. Se puede armar la gorda, porque pretenden nada
más y nada menos que reunir átomos y átomos de hidrógeno para
fusionarlos en helio. Si esto tuviera éxito, ya podríamos darnos
por desaparecidos como átomos libres.
La
misión de nuestro átomo es, pues, de incógnito. No debe ser
descubierto, pues es el espía que el Senado ha elegido para
desentrañar las letales argucias del Astro Rey.
Sé
de buena tinta que los calamares cuentan con un sistema de defensa
que les permite evitar la confrontación con enemigos a priori más
poderosos. Al parecer, ésa es la estrategia que parecen estar
siguiendo los llamados gases nobles: zafarse de todo tipo de
acusaciones incriminatorias en multitud de atentados relacionados con
una reciente fuente de energía: la temible fusión fría. Nuestro
valeroso átomo de hidrógeno, cuenta, sin embargo, con una notable
ventaja: puede camuflarse en todo tipo de compuestos, principalmente
agua, lo que le permite una movilidad lenta pero muy diversa.
Al
parecer, uno de los emisarios del Sol ha llegado a la tierra como
emisión alfa. Afortunadamente fue interceptado por un muro de átomos
de plomo. Allí está siendo sometido al implacable interrogatorio de
nuestro héroe, a escasos metros de mí.
Ya
tenemos la información que necesitábamos, mis átomos se han
organizado a la perfección y ya estoy en disposición de anunciarles
que seguiremos con nuestra forma terrestre y libre por otros cuantos
millones de años.
¡Big
Bang salve a la República!
Gumersindo
Linares de Andrés
Delegación
Terrestre del Comité Científico Solar de la República Atómica
Universal
Me gusta
ResponderEliminarMe alegro, gracias.
EliminarSi al final la culpa de la crisis y de los sobres va a ser de un átomo en diferido, :)
ResponderEliminarMuy bueno tu "post atómico".
O de un átomo en simulación, jaja!! Átomos que compartimos con las estrellas; o somos poca cosa, siendo parte del todo; o, quizá, somos algo más que átomos.
EliminarGracias y me alegro de que te haya gustado.
Muy divertido! La verdad es que yo soy de letras por mal visto que esté. Cada individuo tiene sus capacidades y su recorrido en mi caso marcado por la de-formación histórica. En ocasiones veo pasados en los presentes (soy como el niño del sexto sentido pero en macro, veo mundos muertos XD).
ResponderEliminarAún así, siempre he intentado no ser una alfabeta científica, aunque no es mi fuerte soy consciente de su importancia para entender el mundo (física, química, etc).
Se agradece poder jugar un poco con los conceptos, los hace más cercanos y menos temibles (a veces pienso que la mitad de las veces que no somos capaces de aprender algo es porque nos autobloqueamos y textos como este pueden servir de desbloqueo).
Buen trabajo!
Saludos!
Bueno, muchas gracias, de verdad.
EliminarEn cuanto a lo de letras y ciencia, no sé qué decirte. Sinceramente, creo que hay un momento en que el sistema decide partir peras, y deciden por nosotros qué es mejor. Porque, ¿Borges de qué era? ¿Era de ciencias o era de letras? Creo que cualquier lingüista que se precie, puede sentirse tan deductivo como cualquier matemático. Y, además, creo que un investigador matemático no puede renunciar a su intuición. ¿No te parece?
No hay que abandonar la ciencia por sus símbolos.
Saludos!!
Muy curioso. Creo q este tipo de temas deberian tener mas divulgacion.
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