Abril
de 2013 en el Planeta Tierra: Periodistas internacionales
revelan la existencia de ingentes cantidades de dinero evadido en
paraísos fiscales, en manos de una minoría de personas. Mientras,
arguyendo problemas de liquidez, los gobernantes de los países
desarrollados siguen tomando decisiones en pos de reducir el déficit
(y la deuda). Las consecuencias son fatales: millones de personas
empiezan a estar desasistidas. España sigue estando en el G20.
Te
dicen que te estás cargando el país, tú, que eras un gran
patriota. Por unos milloncejos de nada, que no van a ninguna parte (a
Suiza, a las Caimán, ¿qué más da?). Pero tú crees que aún hay
solución: reaccionar como un gato panza arriba.
Te
indignas por los condenados escraches de la turba social
desagradecida. Piensas que tú serás el siguiente y te estremeces.
Te preguntas cuán grande es la ignorancia. Tú que te has hartado de
comunicar todos tus logros para remontar la crisis. La crisis. Pero
te la están jugando poniendo en duda tu buen hacer. Habría que
haberles visto a ellos en tu situación.
No
hay nada malo en llevarse unas comisiones por beneficiar a quienes
tiran del carro de la economía. Es más, es lo justo. Lo que pasa es
que hay mucha demagogia en la opinión pública y no se puede decir.
Porque, vamos a ver: si saco adelante medidas para que los que tienen
pasta puedan generar riqueza, es justo que yo, que soy el
facilitador, me lleve algo a cambio -te dices-. Que a la gente no le
gusta, normal, la envidia les corroe, contra eso no se puede hacer
nada. Como siempre, además, el que paga, manda, ¿no?
Claro,
tú eres realista, sabes que el mundo es así. No lo puedes cambiar.
El que quiera, que te siga. El que no te siga, que no se eche las
manos a la cabeza, porque ya sabía lo que había. Ya te habías
encargado de transmitírselo por activa y por pasiva con colosales
tautologías: “Este Gobierno hará lo que tenga que hacer”.
Tú
eres la víctima.
Estás
tan convencido de tu verdad, que estás dispuesto a cercenar
cualquier movimiento en tu contra: reprendiendo, descalificando,
aplastando y sofocando cualquier tentativa que te contradiga. Porque
sabes que no estás solo: grupos de presión poderosos, aunque
minoritarios, te cubren las espaldas. Los oligarcas ya están aquí,
y tú a su servicio. Nadie os va a echar del país que te ha visto
crecer. Eres un patriota.
La
plebe debe aprender a subsistir como lo ha hecho a lo largo de la
Historia, que esto no es nuevo. Si han de pasar hambre, ya se
buscarán los garbanzos. Si han de cobijarse bajo un cartón, ya
encontrarán la manera de improvisarse cualquier morada y de
adecentarla. Si sus hijos no logran acabar sus estudios, ya se
pondrán a trabajar en lo que sea. Si los enfermos no cuentan con
asistencia sanitaria, siempre podrán encomendarse a Dios, que nunca
les fallará si son buena gente. Pero deben tener clara una cosa: el
dinero no da la felicidad.
Sólo
los elegidos logran lo que se merecen. Tú lo eres, aunque te hayan
pillado.
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