Puedes
unirte a cientos de personas que opinan como tú, puede que sean
miles o decenas de miles, pero sólo tendréis una opinión y será
irracional. Podréis sacar el argumento del descenso de la natalidad,
pero sabéis que sólo representamos el diez por ciento de la
población, y que siempre hemos estado ahí. Además, siempre
podríais defender que nosotros podemos adoptar a los hijos de padres
o madres que no quisieron o pudieron hacerlo. Pero también estáis
en contra de nuestro derecho a adoptar. Y, lo que es peor, estáis en
contra de que muchos niños tengan un hogar digno, con nosotros.
Tú
ocultas tu sexualidad o no, pero no puedes exigir que la oculten
otras personas. Te podrá parecer que va contra la Ética o contra la
Estética, pero será sólo un parecer. Tu parecer o quizá el de
millones de personas que opinan como tú. Sólo es una opinión. Tú
no decides si es un valor (ético o estético) porque no lo puedes
hacer, porque los valores son colectivos o no lo son, pero, sobre
todo, porque una valoración no alcanza la categoría de valor si
atenta contra la personalidad pacífica de cualquiera. Nosotros no
atacamos a nadie; si hay alguien que lo hace, no lo hace ni por ser
homosexual ni por ser heterosexual. Por lo menos somos tan pacíficos
como los heterosexuales. Y tenemos personalidades que incluyen
nuestra condición homosexual, que – insisto – no atenta contra
la personalidad de nadie, ni contra la vida de nadie.
Si te
has quedado enfrascado en el requisito que sugiero para alcanzar la
categoría de valor, puedes pensar lo siguiente: los resultados de
las valoraciones (acciones de valorar) son valores, pero han de ser
compartidos mayoritariamente. Tú puedes creer que estar rodeado de
personas que hacen valoraciones como las tuyas es mayoritario. Pero
sólo es una suposición; pues los valores sirven también para
determinar las señas de identidad de una organización social, su
cultura; si generan odio, no son valores éticos, serán otros, pero
no éticos. Así, ¿tú crees que la mayoría de las personas que te
rodean y opinan como tú sois la mayoría? ¿Crees, por ejemplo, que
la mayoría de los rusos están a favor de putear a los homosexuales
en Rusia? ¿O crees, por el contrario, que la ley que aprobó la Duma
es representativa de una democracia? Quizá creas que una democracia
puede legislar en contra de la dignidad de las personas, en contra de
su personalidad. Quizá creas que Rusia funciona como una democracia,
que sus ciudadanos viven en un Estado garantista, en un régimen de
libertades. Piensa que no sólo se critica, sino que se persigue
penalmente a los homosexuales por manifestarse libremente, y se les
desampara sin son agredidos.
Porque,
amigo heterosexual, no podéis extirparnos nuestra homosexualidad.
Somos así y no hacemos daño a nadie por ser así. Somos una
realidad minoritaria, de acuerdo, como las cetáceos en el mar, mucho
menos numerosos que los peces. Si fuerais peces, ¿crees que podríais
prohibir la existencia de los cetáceos o que salieran a la
superficie para tomar aire? Quizá creas que es una cuestión de
tener agallas. Si quieres, puedes considerarlo así, o, si quieres
puedes considerar que radica en tener pulmones para gritar
defendiendo nuestros derechos: a sentirnos como somos, a contraer
matrimonio, a ser padres o madres...
Y, ahora
que me has leído, puedo decirte que no soy homosexual. ¿Acaso
importa? Espero que alguna vez te pusieras en la piel de quien es
diferente a ti. Al menos para entender, para comprender que nadie
está legitimado para arrebatar los derechos a nadie, y, menos, en
nombre de una moral que atenta contra la personalidad, contra la
identidad de cada individuo y, en ocasiones, contra la vida.
Gracias muchísimas gracias
ResponderEliminarYo tampoco soy homosexual, pero suscribo todo como si yo misma lo hubiese dicho. Dejemos a cada uno buscar su felicidad como quiera. El amor nunca puede dañar a nadie, más bien al contrario.
ResponderEliminarMe ha encantado, un abrazo y gracias por el articulo.
ResponderEliminarTe has expresado de la mejor manera posible, y suscribo cada una de tus palabras. Este tema está más allá de la tolerancia porque ¿es necesario tolerar que tu vecino beba agua? No: simplemente lo hace. Los actos de otra persona, cuando estos no nos afectan, no deben siquiera ser «tolerados». Indignarse por ellos es una muestra de la mayor bajeza moral posible: una peligrosa mezcla de intransigencia y pensamiento mágico.
ResponderEliminarIván, gracias por tu comentario. Creo que, además, es tan sencillo como lo planteas.
EliminarTan sencillo como demostrar un poquito de empatía. Vive y deja vivir.
ResponderEliminarUn saludo.