¿Os
imagináis una sociedad democrática manipulada? Sí, claro que os la
imagináis. Creo que es mayoritario el sueño de una Democracia
crítica. O quizá no. En realidad, sería cuestión de establecer
con más tino qué es eso del criterio, o mejor, del buen criterio,
que nos lleva a ser críticos.
Aparte
de múltiple acepción de la palabrita, puesto que no nos vamos a
referir al estado propio de la crisis, no merecen soslayarse algunas
de las causas de la actual crisis (o estafa, según las fuentes).
Causas que, no por manidas, no vamos a enumerar. Voy a centrarme en
una cuestión que me llama la atención desde hace tiempo: si al
Estado (ese Ente) no le interesa una inversión de la pirámide
poblacional, ¿por qué no incentiva la natalidad?
Me
gustó el tono con el que Elvira Lindo aludió a esta situación en
España en su artículo “Sin niños”, que comienza así: “Un país con pocos niños es
triste”. Me gusta ese enfoque afectivo porque yo también lo siento
así. Pero, volviendo a la segunda acepción de crítico, no creo ser
original si asevero que, además, es causa y consecuencia de la
crisis no solo anímica sino también económica de una sociedad.
Hay
sobrados estudios demográficos que avalan esto, pero me interesa
recalcar un aspecto, al menos uno: ¿por qué las políticas de apoyo a
la natalidad en España se basan en la escolarización (cuando no
mera atención y cuidado) de los menores en instituciones? Escuelas
infantiles, colegios, institutos, extraescolares, parques de bolas, campamentos... Una cosa es el derecho del menor a
la educación, y otra bien distinta es el derecho del menor a una
referencia adulta clara. Sí, comprendo: “lo importante es la
calidad, no tanto la
cantidad”. Es importante la calidad de tiempo dedicada por un
progenitor a su hijo, pero es un sofisma oportunista desligar calidad
de cantidad. Si lo único que prima son los lazos de sangre,
cualquiera puede tener hijos, para que se los eduque Papá Estado. Lo
que pasa es que Papá Estado oferta en sus diferentes formas
(privadas o públicas) una cohorte de educadores y, sin embargo, el
menor, y más cuanto menor es su edad, necesita referentes estables y
coherentes.
¿Que
se sale? Sí, claro que se sale. El chaval acabará siendo adulto,
pero en muchos casos, tendrá serias carencias de valores, de
afectos... ¿Por dónde
tirará? No es que la orientación de sus padres sea siempre la
mejor, pero, al menos, es la menos desquiciante. Y, por eso, en un
mar de información como en el que vivimos, es fácil ser manipulado
por las potentes campañas de marketing de las grandes corporaciones,
de los lobbies y de otro sinfín de estímulos confusos.
Por
eso, me gustaría creer que la mayoría de los padres adoran a sus
hijos y que les encantaría pasar el mayor tiempo posible con ellos.
Sin embargo, en la calle se oyen cosas en contra de las vacaciones de
los docentes y no se oyen reivindicaciones para conseguir las mismas
vacaciones u horarios que sus hijos, por citar un ejemplo.
Y
los que aspiran a gobernarnos o ya nos gobiernan recogen el clamor o
lo aumentan vendiendo más horas de escolarización, menos
vacaciones... y, lo que es peor, generan enfrentamiento entre
familias y docentes. Y todo por los votos, y todo porque hay
españoles de votos, que pueden ser españoles devotos.
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