A raíz de los cambios legislativos en Educación, surgen varias cuestiones y debates. Más allá de razones ideológicas, que las hay, cabe reflexionar sobre una cuestión importante: los contenidos que le presentamos al alumno, ¿cuáles han de ser y cómo se los presentamos?, ¿si ha de tenerse en consideración la producción cultural y su manifestación?, ¿para qué se presentan esos contenidos?... Nos detendremos sólo en una aproximación a la gestión de los contenidos curriculares en el aula.
¿Qué es lo que
nos parece más relevante de nuestra producción cultural? ¿Cuáles
son nuestros criterios de selección de contenidos curriculares como docentes?
Para empezar,
habría que distinguir diferentes aspectos a la hora de seleccionar esos contenidos:
Aspectos institucionales: prescriptivos, orientativos
Aspectos sobre las necesidades detectadas: de los niños y sus familias, de los niños y la escuela (microsistemas); de los sistemas ecológicos más amplios (mesosistema, exosistema, macrosistema, cronosistema) propuestos por Bronfenbrenner (1987).
Aspectos posibilistas: recursos humanos, recursos técnico-pedagógicos, recursos materiales, grado de innovación-tolerancia de la comunidad educativa.
Aspectos personales del docente: nuestro ideal de persona, los fines que perseguimos, lo que queremos conseguir, cómo y cuándo, etc.
No obstante, esta clasificación resulta un tanto artificiosa, pues un
aspecto tan personal como es la aptitud del docente también es un aspecto
posibilista, como también puede serlo el aspecto institucional que
tiene que ver con la Norma.
Los criterios del assessment
lo reducirían a detección de necesidades, análisis de recursos
disponibles y satisfacción de necesidades, como si la escuela
tuviera un departamento de marketing. Pero el profesor no es un
experto en marketing, pues le faltaría, según esto, un paso previo:
la creación de necesidades y expectativas. O quizá sí. Veamos la
siguiente comparación:
Product
manager del departamento de marketing de una empresa
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Profesor
de un centro educativo en su aula
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Desde
la estrategia de la empresa, se decide crear un producto rentable
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La
Escuela define sus propósitos en su Proyecto Educativo
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El
product manager sintetiza las ventajas del producto y las
transforma en necesidades para los consumidores
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El
profesor parte de los intereses de los alumnos (y sus familias) y
los transforma en conocimiento y expectativas
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Proceso
de convicción: promoción del producto
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Proceso
de convicción: el conocimiento como máxima expresión del
pensamiento, el conocimiento como expectativa de logro
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Venta
del producto
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Acto
didáctico
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Análisis
de ventas, cuota de mercado
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Evaluación
continua del aprendizaje discente
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Proceso
inercial hasta agotar la vida del producto (rentabilidad)
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Proceso
inercial durante el curso
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Accountability:
Beneficios (ingresos - gastos)
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Accountability:
Evaluación final
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Es terrorífico
pensar que la escuela pueda funcionar como una empresa. La escuela es
una organización social mucho más compleja que una empresa... Menos para algunos.
A finales de los
ochenta se llevaron a cabo una serie de investigaciones acerca de las
teorías implícitas que los profesores poseían sobre la enseñanza
(Marrero, 1988). Lo que los estudios vinieron a significar (junto con otros
estudios en otros ámbitos) es que, aunque cada profesor ejerce su
labor de manera personal, es decir, desde sus creencias y
concepciones personales, el conjunto de creencias de los profesores
estudiados se relacionaba en torno a un número finito de factores
teóricos: modelo memorístico, modelo constructivista, etc. O, lo
que es lo mismo, las creencias de los profesores sobre la enseñanza,
agrupadas en teorías implícitas, correlacionan bien con las teorías
explícitas del conocimiento psicopedagógico. La importancia de este
estudio radica en la estrecha relación detectada entre creencias y
conocimiento. Ya que las concepciones de cada profesor, al fin y al
cabo tampoco difieren tanto de la tradición epistemológica de la
pedagogía. Por lo cual, en el instante de toma de decisiones
curriculares, cada profesor elige aquellas opciones que mejor se
ajustan a sus concepciones, fruto de sus experiencias personales.
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El Duero y sus afluentes |
De alguna forma,
siempre es un criterio personal de elección, pero supeditado a la
experiencia también personal (siempre de acuerdo a los contenidos de carácter prescriptivo del Currículum Oficial; para saber más sobre la libertad de cátedra). Por tanto, cada profesor selecciona
sus contenidos (en particular, pero también su metodología, sus
objetivos y su sistema de evaluación) desde su voluntad, lo crea o
no. Pero claro, la voluntad no es mensurable, sino que cada cual
decide hasta dónde puede llegar en el ejercicio de su libertad:
Alguien puede
sentirse con derecho a todo, sin tener en consideración a otras
personas; este profesor puede limitarse a lo que diga la Norma o a
lo que le dicte su dogma (ya sea tradicional o aparentemente
revolucionario)
Otros pueden tratar
de conciliar sus concepciones personales con las de su entorno
sociocultural. Pero esto también es un criterio personal, ya que
podría no hacerlo.
De estas dos formas
de entender la libertad, me quedo con la segunda. Por dos razones:
Bien, sabemos que
esto es reduccionista. La libertad de elección está en función de
la reflexión crítica, entre otras. Luego, ¿por qué no optar por
aquellos contenidos que mejor contribuyan a desarrollar el espíritu
crítico nuestro y de nuestros alumnos? Aquí caben muchas cosas: lo
que aparece en los libros de texto, lo que dice el Decreto del Currículum, lo que aprendí en la universidad, etc.; lo que tenga
mucha información, lo que tenga valores estéticos, lo que se
relacione directamente con lo cotidiano, etc. Dependerá de éstos y
muchos otros recursos de que disponga el docente, pero la elección de los contenidos curriculares también dependerán del filtro de la
reflexión crítica.
PD: Ésta es la lista de los reyes godos:
Ataúlfo (410-415).
Sigérico (415).
Walia (415-418).
Teodorico I (418-451).
Turismundo (451-453).
Teodorico II (453-466).
Alarico II (484-507).
Gesaleico (507-510).
Amalarico, bajo la regencia de Teodorico (510-526).
Amalarico, rey independiente (526-534).
Theudis (534-548).
Theudiselo (548-549).
Agila (549-555).
Atanagildo (555-567).
Liuva I (56 7-568).
Liuva I y Leovigildo (568-571/72).
Leovigildo (571/72-586).
Recaredo (586-601).
Liuva II (601-603).
Witérico (603-610).
Gundemaro (610-612).
Sisebuto (612-621).
Recaredo II (621).
Suínthila (621-631).
Sisenando (631-636).
Khíntila (636-639).
Tulga (639-642).
Khindasvinto, rey único (642-649).
Khindasvinto y Recesvinto (649-653).
Recesvinto, rey único (653-672).
Wamba (672-680).
Ervigio (680-687).
Egica, rey único (687-698/700).
Egica y Witiza (698/700-702).
Witiza, rey único (702-710).
Rodrigo (710-711).