16 de junio de 2013

Papagayos educados

Muchos se preguntan quiénes son los expertos en educación que proponen los cambios legislativos en la materia. Sin embargo, conviene comprender que esas cuestiones técnicas suelen utilizarse con fines ideológicos, cuando no utilitaristas. Os brindo un excelente cuento de Rabindranath Tagore y una humilde reflexión a partir de su contenido. Comprobaréis que la educación siempre está de actualidad.


El cuento es la "La escuela del papagayo", extraído de Tagore, Ranbindranath (1943, pp. 63-81): La escuela del papagayo y alocuciones en Shanti Niketan. Barcelona, Ed. Cervantes. Podéis encontrar su lectura en Internet AQUÍ, (búsqueda en Google Books realizada el 16 de junio de 2013) de Tiana, Alejandro y otros (2002, pp. 211-213): Historia de la educación (edad contemporánea). Madrid, UNED

El cuento fue escrito en el contexto del colonialismo británico de la India. Aunque los ingleses impusieron su modelo de educación colonial –un modelo occidental de educación orientada a la producción-, el autor va más allá en este texto. Tagore propugnaba rescatar la enseñanza tradicional de la India introduciendo algunos cambios, pero el cuento es un mordaz alegato a favor de la naturaleza inocente del niño, en una clara reivindicación del paidocentrismo que alentó Rousseau en su Emilio1.


La metáfora de Tagore se basa en la traslación del paidocentrismo al “ornitocentrismo”. Como un niño a quien le gusta jugar, al pájaro le gusta cantar. Si bien, ambos no saben nada de memoria. Pero, ¡ay!, el poder necesita gente de provecho y supone que el provecho no se encuentra en la ignorancia –dando la vuelta a la ironía del rajá («...el rajá pensó para sus adentros: Al fin y al cabo la ignorancia resulta cosa muy provechosa...»)-.

El problema es que el poder prescribe qué se debe enseñar sin consultar a los que saben (aunque parezca hacerlo); el poder impone la educación a su conveniencia. Algo que sin duda, en mayor o menor medida, se ha venido haciendo desde antes de Rousseau hasta la actualidad incluso en Occidente, pues no se puede separar la ideología del sistema educativo.

El texto plantea un segundo problema: el rajá delega el asunto educativo a sabios (pandits), quienes, supuestamente, realizan un estudio y una confrontación de ideas. Pero, ¿sobre qué? ¿En qué se apoyan? No hacen la más mínima observación inicial, abordan el problema sin conocer las posibilidades del individuo, del papagayo. Se rinden a la mera disertación especulativa y por eso creen –creen saber, pero sólo creen- lo siguiente:
  • Que lo más importante es que el edificio de la escuela (jaula) sea lo más bonito y valioso posible, y no caen en la cuenta de que ese continente2 no condiciona suficientemente al alumno y que, incluso –desde la perspectiva de Tagore y los promotores de la Escuela Nueva-, esa edificio puede llegar a convertirse en prisión en cuanto a que niega al niño su desarrollo en un ambiente natural. Al niño le impide jugar y actuar como le impide volar al pájaro.
  • Que también son convenientes los libros3, a docenas, de cualquier tema, de lo que sea... Sepa o no sepa leer el niño, pueda asimilar o no la materia,... Como si no fuera necesario saber de dónde parte el niño, en qué nivel de desarrollo se halla. Y, por otra parte, ¿esto es lo que necesita el niño (el papagayo)? ¿esto es lo que interesa al niño? El papagayo no rechista: «La garganta la tenía tan atiborrada con las hojas de los libros que trataba de digerir que apenas podía musitar una palabra,...»; ha perdido su inocencia y espontaneidad: «...y mucho menos cantar».
  • Que si el niño se queja, merece un castigo, por ingrato: necesita disciplina (no sólo como organización de su vida), pero una férrea disciplina (que encadene sus alas de libertad)
Además, como los sabios son institucionales, no hay quien les tosa, todo son loas hacia sí mismos. Su palabra es ley y no se cuestiona.

Sólo al final, cuando el individuo es víctima de la enseñanza impuesta, y sólo entonces, el gobernante se da cuenta de su error.

La naturaleza sigue.




1 En esta obra (considerada precursora del movimiento pedagógico de la Escuela Nueva) nace la consideración paidocéntrica de la educación, sobre todo a partir de la idea fuerza que Rousseau expresa así: «el hombre es bueno por naturaleza». Esta afirmación (de histórico recorrido previo, sin duda) sentará las bases de la posterior filosofía de la educación. Pero, además, es una de las contribuciones más notables a la muy ulterior Declaración de los Derechos del Niño de 1959 (tristemente incumplida a cada minuto incluso hoy en día).

2 Quien dice continente, dice no sólo instalaciones magníficas, sino medios audiovisuales a la última, profesores nativos de cualesquiera idiomas, uniformes con escudo y un sinfín de envoltorios aparentemente identificativos de un centro educativo y aun de un sistema educativo.

3 Los libros (o el texto o el verbo por encima de todo, logocentrismo) como algo preeminente, en su concepción de conocimiento declarativo, como si no existiera el conocimiento procedimental o careciera de valor.




11 comentarios:

  1. Bello cuento de Tagore muy bien traído en estos oscuros tiempos. Me han gustado mucho las comparaciones con el alumnado. Como dices, la educacion sigue vigente, a ver si hacemos algo ya, pero sin hacer añicos el sistema. La LOMCE, lejos de solucionar, ahondará más en jaulas de oro para algunos y en jaulas de hierro oxidado pra el resto.

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  2. En palabras más diretas, este gobierno es un grupo de fascistas que quieren imponer su visión del mundo: ellos robar y los demás a pagar.

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  3. algo bastante gordo falla en la cultura y la educacion cuando los jobenes mejor preparados de la istoria sus conocimientos solo an servido para ser siervos de las elites y sus politicas en perjuicio del resto del mundo y de ellos mismos alalarga

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  4. La idea de "el hombre es bueno por naturaleza" se ha demostrado erronea mediante la genética, la biología y la psicología y otras ciencias, yo no argumentaría nada en base a algo tan erróneo como el geocentrismo en astronomía.

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    1. Realmente, la idea de "el hombre es bueno por naturaleza" no es un postulado que uno asume sin más. No diría que fuera siquiera una premisa para ningún argumento, sino, más bien, una réplica al dogma del pecado capital. Un cura que hubo en mi pueblo se negó a besar a un bebé porque aún no estaba bautizado.
      El adulto es como es, el niño es como es, y no es adulto, que es lo que viene a destilar esa expresión. Aunque, desgraciadamente, millones de adultos aún sigan aprovechándose del maltrato que reciben millones de niños hoy en día.
      Comprendo tu comentario, pero no paidocentrismo no es geocentrismo.
      Un saludo

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  5. Con mucha frecuencia coincido en el autobús con cinco o seis niños que van camino del colegio pastoreados por una chica de nacionalidad indeterminada. Ya de por sí no pasan desapercibidos pero, entre todos ellos, el que llama la atención es Miguel. ¡¡¡Miguel!!!, para ser precisos, que es la manera habitual de llamarle.

    Tiene seis o siete años y es pura simpatía. Mulato, con el pelo muy corto y rizado, de mirada viva y, en todo momento, con una sonrisa. Va de uniforme y con una mochila que tiene, más o menos, su peso y su tamaño. Se sienta siempre con otro niño, un amigo con gafitas, al que le cuenta historias que no deben de ser del todo ciertas, porque provocan risas, gestos y exclamaciones y demandan la intervención, como árbitro o juez, de la cuidadora. Todo un personaje. Una oportunidad o un suplicio para la maestra o el maestro que conviva con él dentro de un aula.

    Porque cualquier profesor tiene su Miguel, inquieto y curioso, y su alumno con gafitas, pausado y socarrón. Y otro con orejas de soplillo, tímido y observador. Y algunos habitantes de otro mundo, que no terminaban de encontrar su sitio en este. Y niñas serenas y firmes desde su infancia. Y multitud de artistas, grandes dibujantes, inagotables contadores de historias o descubridores de ritmos. Todos reunidos en un tiempo y un espacio con un claro cometido: aprender.

    Pero pasan los años y Miguel se aburre o se rebela, hastiado de no moverse, de no tocar, de no jugar y de que su amigo con gafitas ya ni siquiera le responda, mientras que suma mecánicamente una ristra de fracciones. Y cambian el aire, los sonidos y los seres que lo habitan. Y la polifonía tonal se transforma en una nota monocorde, mientras que las musas y daimones de cada cual se marchan o se consumen. O esperan pacientes, hasta que alguien les convoque o vengan tiempos mejores y momentos más propicios.
    http://www.otraspoliticas.com/educacion/miguel

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  6. Es posible que Miguel se aburra y se rebele desde el primer dia.Y es posible también que el profesor no sepa como ajustar el ritmo del aula al del niño, que parece que tampoco se ajusta al del resto de los compañeros. No todos partimos de la misma base, pero en el colegio si un niño no lleva su "etiqueta" puesta, no recibes ninguna ayuda. A los maestros nos gustaría que todo fuese bien, que cada niño recibiera lo que necesita, pero a veces se nos acaban los recursos.

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  7. Me ha gustado tanto tu blog que ya estas en mi blogoteca...un saludo

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    1. Muchas gracias, Anabel. Me alegro de que te guste. Espero seguir así.

      Un saludo

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