Los
modelos pedagógicos tratados hasta el momento aportan algunas matizaciones al modelo tradicional de educación, pero
mantienen sobre todo una característica común con ella: son modelos
emanados de las clases dominantes, u opresoras,
en palabras de Paulo Freire. Se enmarcan en una enculturación que
promueve un mundo desarrollado en contraposición a otro
subdesarrollado, poblado por los oprimidos,
en términos de Freire.
Es la educación un derecho fundamental porque garantiza el acceso a la cultura. Pero existen situaciones, quizá tantas como sociedades, en que se dan manifestaciones culturales diversas y acaso alejadas de una cultura que podemos llamar básica. Al menos en la forma o en los códigos en que es transmitida.
Como comenta Carreño (2000, p. 189),
Como comenta Carreño (2000, p. 189),
«Tanto
el modelo económico como el pedagógico del desarrollismo, ambos
importados de los países ricos, son modelos abstractos,
supuestamente válidos para todas las sociedades, que no tiene en
cuenta las singularidades de ellas».
Paulo
Freire, como el gran representante de las llamadas pedagogías
de la liberación,
piensa que la conciencia del oprimido puede cambiarse, este puede
superar su cerramiento yendo hasta la conciencia
crítica (proceso
de concientización,
en palabras de Freire). El paso a la conciencia crítica se produce
entre cambios económicos, industriales, urbanísticos, etc., y dan
lugar al cambio de una sociedad cerrada, o de
transición, hacia
la democracia. Aquí es donde juega un papel imprescindible la
educación: el proceso educativo es orientado hacia la
responsabilidad social y política. Para lo cual es imprescindible
adoptar el diálogo
como estrategia educativa de primera mano.
El
aprendizaje dialógico consiste en el aprendizaje en las dos
direcciones (Freire, 1970, p.116):
«Nuestro
papel no es hablar al pueblo sobre nuestra visión del mundo, o
intentar imponerla a él, sino dialogar con él sobre su visión y la
nuestra».
Al
más puro estilo socrático. El diálogo es un método para la
investigación mutua (Ibíd., pp.117-126):
«Lo
que se pretende investigar, realmente, no son los hombres, como si
fuesen piezas anatómicas, sino su pensamiento-lenguaje referido a la
realidad, los niveles de percepción sobre esta realidad, y su visión
del mundo, mundo en el cual se encuentran envueltos sus temas
generadores. [...]
El
concepto de “tema generador” no es una creación arbitraria o una
hipótesis de trabajo que deba ser comprobada. [...]
Los
temas generadores pueden ser localizados en círculos concéntricos
que parten de lo más general a lo más particular ».
Así, se pueden distinguir estos tres momentos según el modelo dialógico de Freire (propuesto y llevado a cabo para la alfabetización de población en Brasil):
- Encuentros informales y conversaciones con los habitantes de la zona en la que se llevará a cabo la tarea educativa. Lo que hoy en cierta forma otros autores han denominado una evaluación etnográfica inicial: se parte de un universo temático, lo más general, donde se encuentran los temas generadores, que son los contenidos o materias “curriculares” a desarrollar.
- Codificación de las realidades concretas, simbolización gráfica, sobre todo, de aquellas situaciones cotidianas y propias de los temas generadores. Los participante describen lo simbolizado, relacionan la representación con lo representado, y hacen una análisis crítico de la situación.
- Descodificación o descubrimiento de los contenidos de la situación representada en el momento anterior. Se establecen vínculos entre la situación abstracta o simbólica y la propia realidad del sujeto, lo que provoca un enfrentamiento con la realidad que lleva la reflexión. Todo lo cual objetiviza el mundo y lleva a la acción que lo transforme.
«Aunque
no queremos anticiparnos a él, podemos afirmar que un primer aspecto
de esta indagación [este proceso indagador] radica en la distinción
entre la educación sistemática, que sólo puede
transformarse con el poder, y los trabajos educativos que
deben ser realizados con los oprimidos, en el proceso de su
organización.
La
pedagogía del oprimido, como pedagogía humana y liberadora tendrá,
pues, dos momentos distintos aunque interrelacionados. El primero, en
el cual los oprimidos van desvelando el mundo de la opresión y se
van comprometiendo, en la praxis, con su transformación y, el
segundo, en que una vez transformada la realidad opresora, esta
pedagogía deja de ser del oprimido y pasa a ser la pedagogía de los
hombres en proceso de permanente liberación». Ibíd. (p.53)
Este
es un aspecto fundamental de la “Revolución Cultural”, según
Freire. Por tanto, según esta última parte, se extrae una
consecuencia muy importante: la acción educativa se puede llevar
a cabo bajo el régimen de situaciones opresoras. Es decir, en
cualquier entorno de insostenibilidad, cada vez más abundantes
también en nuestra sociedad occidental. Lo que abre la puerta a un
nuevo optimismo pedagógico después del movimiento de la Escuela
Nueva.
Carreño,
M. y otros (2000): Teorías e instituciones contemporáneas de
educación. Madrid, Síntesis
Freire,
P. (1970): Pedagogía del oprimido. Madrid, Siglo XXI
No me sorprende que a Paulo Freire apenas se le mencione en las escuelas de magisterio españolas. Quizás porque en España se sigue el esquema tradicional de reproducción de contenidos. Poblaciones marginales, pero no minoritarias, se ven abocadas al fracaso escolar de manera reincidente, generación tras generación. El código imperante es el de toda la vida: o sirves para estudiar o sirves para fregar platos. Es triste ver cómo chavales despiertos de origen humilde, de familias jodidas, se estrellan una y otra vez contra un sistema educativo que les da la espalda.
ResponderEliminarEs decir, no hace falta irse a Brasil ni a Pernambuco, ya pasa en los suburbios de las grandes metrópolis de occidente, guetos de fracaso escolar.
El post adolece de profundidad, pero se agradece el esquema y el sincretismo al menos. Entre la extensa bibliografía de Freire está bien traído LA PEDAGOGÍA DEL OPRIMIDO, que recomiendo vivamente. Es un librito de pocas páginas, pero con un contenido potente.
Un saludo
Ánder
Gracias por creer en Freire.
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