2 de diciembre de 2012

Maestros del cuento


Mediocre es quien, ejerciendo el magisterio en Educación Infantil, se ofusca en transmitir falsos mitos a sus alumnos: que si las hadas, que si las energías, que si las divinidades egipcias... O quien divulga información a las familias pretendidamente seria (no voy a decir científica) sin citar las fuentes, como si fuera de su propia cosecha, cuando no lo es. O quien veta o suprime información de compañeras por simple egocentrismo (dejémoslo ahí).
Una persona así debería cuestionarse en algún momento la felicidad de sus alumnos, y no tanto la suya.
No quiero una maestra así para mi hijo, ni para ningún alumno.
Quiero maestras y maestros implicados, como la mayoría lo son. Concienciados con la realidad, natural, social y cultural, que den cabida a la imaginación y al conocimiento de sus alumnos, y se olviden de sus estúpidas fantasías adultas. Que no desquicien a los niños entre la pobre disciplina grafomotriz y el práctico aprendizaje lógico-matemático, que no los desquicien entre la pobre disciplina grafomotriz y la ilusión evocadora, que no los desquicien entre el conocimiento cotidiano y las pseudoteorías mágicas... Prefiero maestras y maestros que quieran aprender, que vayan más allá pero con los pies en la tierra, sin divagar en hipótesis absurdas. Prefiero maestras y maestros que quieran a sus alumnos de verdad, que no hablen de ellos con sorna, que los respeten como son, que traten de sacar lo mejor de ellos, y no que traten de hacerlos a su imagen y semejanza.
Para ello, sólo pido una cosa: que se impliquen como hace la inmensa mayoría de los docentes y dejen soñar a sus alumnos sin inocularles falacias. Porque, desgraciadamente, aunque son minoría, son los más notorios. Y demasiado cuento infame hay ya.



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