Afortunadamente,
por lo que se sabe hasta el momento en Física, la ley de
acción-reacción tiene sus limitaciones para la Mecánica
Clásica (la reacción ejercida por una partícula magnética en
movimiento no está en la misma dirección que la acción ejercida
sobre esta por otra partícula magnética en movimiento). Desde
luego, las tiene también en Mecánica Relativista, puesto que el
enunciado original sugiere una reacción instantánea, lo que
implicaría una velocidad infinita, que haría añicos el postulado
de la velocidad máxima (finita), que es la de la luz en el vacío. Y
también, por supuesto, en Mecánica Cuántica, donde ni siquiera es
posible hablar de fuerzas como tal.
Sin
embargo, para cada escollo, se han encontrado las consiguientes
reformulaciones: formulación débil de la tercera ley de Newton
(acción-reacción no lineales, pero existentes, en el caso de campos
magnéticos); aproximación relativista para velocidades próximas a
las de la luz, y aplicación del teorema de Ehrenfest para referirse
al momento lineal en sistemas cuánticos.
Pero
la Física no lo explica todo. Ni, afortunadamente, es necesaria para
todo.
El
problema de la reacción humana, por tanto, no sólo ha de basarse en
los estímulos sensoriales, lo cual no resulta novedoso, al menos
para muchas personas, entre las que me incluyo. Entre lo desconocido,
por resumirlo, entran en juego diferentes instancias de nuestro
sistema nervioso central de las que no conocemos a ciencia cierta su
funcionamiento: mecanismos afectivos, intelectuales, sociales...
Aquello que presumimos que nos distingue del resto de seres y que,
por consiguiente, nos caracteriza.
Una
organización como la nuestra, nuestra sociedad, nuestra
civilización, no encuentra su sentido en algo determinante, ni
estático. Quizá no lo encuentre, pero nos ocupamos, tanto
individual como colectivamente, de encontrar ese sentido. En lo
colectivo está clara nuestra dificultad: intereses, expectativas,
experiencias, desafíos... muy diversos. Pero es ahí, en lo
colectivo donde, sin embargo subyace nuestra fuerza, nuestras
fuerzas. Cuando no se oponen, cuando se suman, podemos con casi todo.
Somos más que moléculas, más que electrones en orbitales, cada uno
de nosotros tiene la libertad para escaparse del resto. O eso
creemos, pues casi nadie lo hace del todo.
En
la época de la desfachatez, sólo la sensatez cobra mayor sentido.
Tratar de salvar los muebles sin contar con los demás es pernicioso
para el solitario, y redunda en perjuicio para los otros. Pero
cruzarse de brazos en el rebaño es no reaccionar, y somos reactivos
por naturaleza. Así, ni podemos negarnos a la naturaleza, ni podemos
afrontarla solos. Cada cual conoce mejor que nadie cuáles son sus
posibilidades y limitaciones, con qué puede contar para sí y para
los demás. Y sólo con la comunicación podemos conocer con quién
contar y para qué. Sólo con estos básicos no es suficiente, pero
son imprescindibles.
En
esta época que vivimos todos tenemos nuestra misión, individual y
colectiva. No se puede separar en dos. Somos acción y reacción,
potencia y capacidad. No darnos cuenta es rendirnos. Yo no pienso
rendirme: actúo y seguiré actuando, reacciono y seguiré
reaccionando para salir de ésta. Un abrazo a todos.
excelente ...... yo tampoco pienso rendirme y actuó y reaciono
ResponderEliminarpor cierto lo del cachat podria suprimirlo ya que es muy raro q te entre span y ademas tienes la posibilidad de borrar lo que no te guste y cuando tengas muchas entradas pues ya lo decides es que es un coñazo y casi siempre no se lee bien y te aburres y al final no contestas un saludo y feliz año
ResponderEliminarHecho.
ResponderEliminarAccion y reaccion? Y luego leo el final, grande la entrada! Gracias por reaccionar.
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